Recife es una de las ciudades en las cuales NO se piensa durante un viaje a Brasil. Otra vez más es un error. Muchas veces de hecho son los lugares menos concurridos los que reservan sorpresas (ya que en los más turísticos todo está visto aún sin haber estado gracias a la TV). Recife es una hermosa ciudad con «vistas al mar» en el estado brasileño de Pernambuco (considerado como el estado del turismo nacional).
La verdad es que no me extraña nada que sea así: considerad que hay una temperatura casi constante de 35°C, unas playas tremendas y un mar verde esmeralda. Pernambuco es el mismo estado del archipiélago de Fernando de Noronha y de la ciudad de Olinda, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Recife es una ciudad de contrastes, donde lo antiguo se mezcla con lo moderno. Los colonos portugueses, españoles, holandeses y franceses han dejado su huella en la ciudad con museos, fortalezas, puentes, monumentos y edificios neoclásicos.
La ciudad se construyó entre canales conectados por puentes y por eso también se le conoce como la Venecia de Brasil (hay que joderse, hay una Venecia de «algo» en cada país del mundo: si cobraran por su nombre se forrarían jajaja). Hay cinco razones para ir a Recife: el carnaval, las playas de Boa Viagem y Pina, el buceo, los edificios históricos y la gastronomía.
Carnaval
El inicio oficial del carnaval coincide con el tradicional Galo da Madrugada, el carnaval más grande del mundo: el sábado de carnaval en las calles de Recife están más de 2 millones de personas. En el barrio más antiguo de la ciudad desfilan los grupos, las escuelas de samba y las máscaras.
Las playas
La playa de Boa Viagem (buen viaje) tiene un mar cristalino y tranquilo y está rodeada de palmeras de coco. Es considerada una de las playas urbanas más bellas de Brasil. Aquí es donde vais a encontrar a la mayoría de hoteles, restaurantes y discotecas, así como tiendas de artesanía (muy usada aquí es la técnica del encaje de bolillos – renda de bilro en portugués).
Buceo
Hay más de un centenar de pecios debajo del mar entre los que bucear para admirar los microcosmos que se han formado en los años a su alrededor.
Centro histórico
Los primeros asentamientos nacieron en el distrito de Santo Antônio y São José a principios del siglo XVII, cuando los franciscanos comenzaron a construir un monasterio dedicado a San Antonio. Las calles de esta zona son estrechas y hay muchos patios. El barrio de Recife es el símbolo por excelencia de la historia de la ciudad con monumentos y edificios de gran valor arquitectónico. Por último, el barrio de Poço da panela es una zona tradicional y pintoresca con edificios y casas que datan del siglo XIX, una época en la que la población de Recife lo había elegido como lugar de veraneo.
Buena comida
Vale la pena un viaje a Recife para degustar marisco. Los restaurantes de la ciudad sirven platos típicos de la tradición gastronómica de Pernambuco, como la tortilla de langosta o cangrejo, la tarta Souza Leão, el pé-de-moleque (cacahuetes crujientes) y la buchada de bode, parecida a los callos.